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Columna. Por jaime Chen Peñalba. ¿ TÚ SABES QUIÉN SOY YO? Por. Jaime Chen





Regularmente las personas que no poseen una formación espiritual sólida y tampoco una vocación de servicio hacia los demás son presa fácil de la soberbia en el momento en que llegan a ocupar un cargo de importancia tanto en la esfera particular como en la pública.

Los seres humanos sin empatía hacia el dolor y sufrimiento del prójimo una vez llegan a escalar en la pirámide social se transforman en verdaderos déspotas y hasta llegan a olvidar los verdaderos fines para lo que estamos llamados en este mundo. Muchos se aferran a las cosas materiales que lograron alcanzar y olvidan su origen de privaciones.

El grave problema que tenemos hoy día con los servidores públicos principalmente es que olvidaron por completo el origen del salario que devengan el cual es producto de la contribución de todos en la sociedad. Las instituciones públicas están llenas de gente que se cree con derecho a tratar mal a los demás porque piensan que el trabajo que tienen se lo merecen y también porque se sienten seguros de que no serán despedidos porque poseen un buen padrino que dará la cara por ellos en el instante en que se encuentren en aprietos.

La metamorfosis que experimenta un candidato a algún puesto de elección popular una vez es elegido resulto asombroso. Somos testigos del “brinco” cualitativo que ocurre en ellos cuando logran saltar de la docilidad a la altivez. Los diputados en Panamá son el más claro ejemplo a lo que nos referimos. Una vez se posesionan de su curul los podemos apreciar “chateando” en horas de sesiones laborales en la Asamblea sin el más mínimo respeto hacia la persona que tiene la palabra. El saco y la corbata operan como un detonante del “endiosamiento” que los caracteriza al grado de ganarse repudio de la ciudadanía.

Somos testigos también de la vulgaridad y la chabacanería con que se expresan muchos de estos diputados en el momento en que les toca expresarse. Tampoco tienen el más mínimo recato en el momento de sus celebraciones privadas donde exhiben comidas y bebidas costosas como una forma de insulto hacia las necesidades de muchos panameños. Sin embargo, en época de elecciones nuevamente se colocan la vestimenta del “hombre y mujer humilde y sufrido(a) que ha promovido “proyectos de gran impacto” al bienestar de los panameños. Como muchos de ellos son mentirosos(as) compulsivos no les da ni una pizca de vergüenza cuando son señalados de enriquecimiento “ilícito” puesto que son convencidos que esto es normal dentro de su “especie”.

Cuando los funcionarios públicos que se deben a la sociedad panameña que los puso allí se creen por encima de la ley es muy peligroso puesto que los mismos estarían dispuestos a cualquier medida para perpetuarse en sus puestos de privilegios. Muy bien lo describe Montesquieu ( El Espíritu de las leyes): “ la corrupción de cada régimen político empieza casi siempre por la de los principios” y precisamente uno de los principios que debe tener todo gobernante es la transparencia de sus acciones y su vocación de servir a la sociedad y no “servirse de ella”.

Para que no exista corrupción debe haber justicia, sin embargo, en nuestro país la misma está tan cuestionada por su grado de parcialidad hacia determinados intereses. Tal es así, que aquí en Panamá hasta la fecha no ha existido nadie condenado por algún caso de alto perfil. Tanto los miembros del poder ejecutivo, legislativo y judicial están tan permeados por la corrupción y el tráfico de influencias que resulta repudiable que personajes que fueron condenados en otros países por delitos de “lavado”, aquí en Panamá se les trate con benevolencia y protección puesto que solo basta recordar los “favores del pasado” para que todas estas figuras bailen al son del “no me importa”.

Cuando una persona se cree que está por encima de la ley, reacciona de forma grotesca una vez es sancionada por alguna autoridad local e inmediatamente viene la amenaza acompañada de la frase ya muy conocida: “ ¿tú sabes quién soy yo? Yo soy familia o amigo de “mengano” o “sutano”. Y de acuerdo al efecto que conlleva el ultimátum así mismo también sigue perpetuándose la espiral de injusticia en nuestro país.

De acuerdo al último informe de la organización Transparencia Internacional, Panamá no se encuentra en un nivel privilegiado. Es más parecemos más encaminados a competir en el futuro con los países más corruptos, pero si seguimos propiciando los antivalores como el juega vivo y los sobornos en todas las instancias, más temprano que tarde podemos alzarnos con la copa.


JAIME CHENG PEÑALBA

SOCIOLOGO Y DOCENTE PANAMEÑO

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